Parece que fuera ayer…
N. de la D.: Este artículo de Julio 5 de 2009 hará parte de un libro ya en edición, muy próximo a publicar.
SERIE ESCALPELO
Por muy papa caliente que sea, la Universidad Popular del Cesar (UPC) debe decidir de fondo lo concerniente a la elección de su nuevo rector.
Hago un recorderis. El proceso formal de elección fue metido al congelador a la espera de que una autoridad administrativa, el Consejo de Estado, decidiera respecto las inconsistencias jurídicas encontradas en su tramitación. En el entretanto, un funcionario de planta fue encargado de la rectoría, corriéndose el riesgo de que la interinidad perdure los años que se toma el Consejo de Estado para adoptar sus decisiones.
El galimatías estuvo planteado para el Consejo Superior Universitario (CSU), que en la resolución del caso olvidó acaso, en mala hora, el principio universal de que “en contradicción el derecho con la justicia, la justicia debe prevalecer ante el derecho”. Por no recordarlo, optó por el camino kafkiano de ‘lavarse las manos’ demandando la actuación de un tribunal de garantías del cual el propio CSU es su inmediato superior. Y por no recordarlo, estuvo a punto la UPC de imponer récord Guinness en duración de interinidad.
Por fortuna, en virtud de una acción popular se empieza a enderezar el rumbo al ordenársele a la universidad el reinicio del proceso democrático para proveer en legal forma el cargo de rector. Así, pues, manos a la obra: estoicismo y grandeza para agarrar la papa sin importar los grados de calor que transpire.
La hora y el momento no pueden ser más oportunos y propicios para adoptar una decisión de veras trascendente, la provisión del cargo de rector de la universidad pública más importante de la región, la llamada a liderar un proceso de desarrollo en el territorio, tanta falta cómo nos hace.
No es, sin lugar a dudas, decisión de poca monta. Por el contrario, es de la mayor importancia, quizás mayor o sólo comparable con la elección de alcalde de Valledupar o gobernador del Cesar, tríada sobre cuyos hombros reposa la responsabilidad de fomentar ese desarrollo.
El CSU, más cuando en su seno tienen asientos el presidente de la República, la ministra de educación, el gobernador del Cesar y el sector productivo del Cesar, debe tomar conciencia de su propio rol trascendente: su misión es procurar una universidad en verdad grande, grande sobre todo en academia, lo que lleva aparejada una óptima formación ciudadana. Y esa misión sólo podría cumplirse acertando en la designación de su rector, que debe rebosar autoridad por sus encomiables antecedentes, por su sapiencia, por su visión universal, por su liderazgo.
Sería imperdonable que la universidad desperdiciara esta oportunidad. No se trata de designar rector por cumplir formalmente con un mandato; no es suficiente verificar que los aspirantes reúnan simplemente los requisitos formales exigidos, que cualquiera los reúne. Es eso y muchísimo más, pues se trata de designar a quien se le va a encomendar el futuro del territorio; de él dependerá que siga estancado o sea próspero, gregario o competitivo, chabacano o prestante…
Hay que romper con una historia no muy grata para el Cesar, una historia empollada donde está prohibido incubarse, justamente en la UPC: una historia de politiquería, de clientelismo, de desgreño, de corrupción, una historia forjada por algunos de los desvergonzados aspirantes que hoy, prevalidos de la insensibilidad de la propia universidad, pretenden tomársela.
Empecemos a romper paradigmas. El CSU, como máxima instancia, debería reivindicarse para sacudirse de tanta mácula de vieja data. Si considera que los hoy aspirantes no reúnen el perfil deseado, convoque nuevas elecciones, abriendo el abanico, para que nuevos talentos de la región, estén donde estén, presten su concurso. Pero todo bajo un proceso trasparente; es ahí donde debe darse la pela el CSU.
La ruptura de paradigmas no es exclusiva y excluyente del CSU. Con mayor razón deben provocarla los estamentos universitarios, en definitiva los más dueños del balón. Esos estamentos no pueden tragar entero y no pueden seguir contemporizando con los desgreños de sus autoridades. Igual debieran hacerlo los otros sectores con representación en el CSU, como el productivo, que debe llamar a cuentas a su delegado para que anuncie y explique su criterio y preferencia para designar rector, pues no puede actuar como rueda suelta.
CONTEXTO:
Julio 5 de 2009. Parece el cuento popular del gallo capón. La UPC, engullida por el remolino de siempre…sin poder escapar de su destino. La disputa clientelista por la rectoría, fuente de poder financiero, contratocrático y burocrático. Entre dos rectores titulares, advienen decenas de interinos, el cuento de nunca acabar. En el entretanto, se depreda la academia y la formación ciudadana y se desprestigia la universidad.