Por: Camilo Quiroz Hinojosa
Twitter: @CamiloQuirozH
Es imposible ignorar el accionar de los últimos meses del Gobierno nacional. Hemos presenciado cómo, sin una pausa considerada, han ido cerrando minas y canteras en nuestro departamento. ¿Y por qué esto es importante? Sépanlo. Casi la mitad de todos nuestros ingresos proceden de este sector. Ni más ni menos.
Un territorio ya asolado por la pobreza, el desempleo y la informalidad, ve con sed cómo su grifo se cierra aún más. ¿Podrá empeorar el futuro? Si nos quedamos de brazos cruzados, no cabe duda de que sí.
Cuando reclamamos por lo que pasa, nos sacan los argumentos de sostenibilidad y un “aguántense”. Pero a los vallenatos no se nos debe aleccionar acerca del daño que el carbón inflige a nuestro planeta y a nuestros conciudadanos. Somos conscientes del polvo negro que el carbón arroja al aire.
Nadie ignora la necesidad de transitar hacia fuentes de energía más limpias; eso no es una revelación, es una obligación. Pero esta transición no puede realizarse en vacío, desatendiendo las consecuencias sociales y económicas que genera. No somos el primer mundo; no podemos simplemente dejar de producir sin más. Aquí, entre nosotros, existe una realidad palpable: hay hambre.
Ante este panorama, uno se pregunta: “Gobierno nacional, ¿cuál es el plan alternativo entonces?” Nos han arrebatado un pilar de nuestra economía, ¿cómo piensan compensarlo? ¿Cómo pretenden cubrir este abismo que han creado? Esperamos un rescate, un plan que reemplace lo que se nos ha quitado, una financiación para el renacimiento. Quisiéramos confiar en que existen alternativas pensadas para nosotros, aunque sabemos bien que rara vez piensan en nosotros. Por lo tanto, nos toca a nosotros reflexionar: ¿cuál es la alternativa?
Lo mencioné hace unos meses en otra columna, y hoy lo reafirmo: paneles solares. La generación fotovoltaica ha dado pasos agigantados en los últimos años, con una reducción del 85% en los costos de instalación a nivel mundial entre 2010 y 2022. Es por eso que esta forma de producción de energía ha visto un auge como nunca antes.
Colombia, favorecida por estar en la línea del ecuador, posee altos niveles de radiación solar. Superamos a Alemania, la pionera en energía solar, en un 40% más de irradiación solar. Cesar y, en particular, Valledupar, tiene una riqueza solar inmensa, recibiendo un 40% más de irradiación solar que el promedio nacional.
La instalación de paneles solares es una propuesta futurista. En otras partes del mundo, y de Colombia, ya se está realizando. El Cesar, y Valledupar en particular, se están quedando atrás. ¿Cuál es el escenario a realizar? Cada hogar será generador de su propia energía y la energía excedente – muy probable, según los estudios — podrá vendérsela a Afinia. Para esto último, la tecnología necesaria está a la mano y la normativa reglamentaria ya existe.
La resolución 174 de 2021 de la CREG ya está lista. Ya hay hogares en Colombia que al final del mes reciben una factura de luz con saldo a favor. Mi sueño es que Valledupar sea la gran capital de la energía solar, liberándonos de la carga que supone destinar gran parte de nuestros salarios para pagar la factura de la luz.
Si algo resienten los vallenatos, tanto como la inseguridad y la corrupción rampante, es el tiro de gracia que le propina la empresa proveedora de su energía eléctrica a través de los impagables recibos que los mortifica mes a mes, no importa que la vivienda esté desocupada. Para colmo, las indolentes tarifas suben mes a mes, haciendo nulo el esfuerzo del usuario de ahorrar energía, ¿para qué, si los recibos siempre lo van a ahorcar?
Conozca: A armarnos de valor, Valledupar
Los vallenatos, gracias a esa dinámica onerosa de las tarifas, van privándose mes a mes de otras necesidades básicas (comidas, estudios, recreación, etc.) habida cuenta que buena parte de sus ingresos, sobre todo los sectores medios y bajos, deben destinarse al pago de los recibos de la energía. En la ciudad, ¿quién vive sin luz, sin tv, sin nevera?
Los vallenatos necesitan un mejor vivir, un vivir sin tantas mortificaciones, sin tantas privaciones, un vivir con mayor dignidad. Necesita la liberación de tantas cargas pesadas que lo privan de felicidad: liberarlos de los recibos de la energía, de la inseguridad, de la corrupción. Liberarlos, en especial, de la modorra que les impide ser protagonista de su presente y de su futuro, que todo esto es construcción de todos, no de uno solo.
La transición energética es el camino a seguir, pero este camino no se construye con promesas vacías. Ahora que el Cesar ha sido privado de sus recursos, es momento de armarse de valor y exigir al gobierno coherencia económica, soluciones y plata para financiar nuestra alternativa. No pueden quitarnos las escasas oportunidades que teníamos a cambio de nada.
¿Cómo se resuelve el hambre y el desempleo, entonces? Es la hora del valor.