Las Crónicas del valle de upar … se nos fue Puma

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Puma, como cariñosamente le dicen, nació en Atánquez, hermosa población de calles añejas y empedradas –anclada en la vertiente suroriental de la Sierra Madre de los Kankuamos-, el 28 de febrero de 1926, en el seno del hogar de D. Bernardo Hernández y Dña. Dilia del Rosario Pumarejo Arias, donde también nació su hermana adorada Tina Pumarejo de Cabas, madre de Jique, Rodo, Beto, Álvaro, las mellas y demás hermanos que conforman la familia de Puma.

Al cumplir 50 años se unió en matrimonio con la bella sanjuanera Gloria Helena Ariza Maestre, del cual nació Andrea Margarita (abogada, casada con Juan Carlos Acevedo, padres de Isabella y Ana lucía Acevedo Pumarejo) y Hermes Enrique Pumarejo Ariza (médico Radiólogo). Puma también es padre de Alcira, José Luis, Deisy y Hermes Pumarejo, todos profesionales, nacidos antes del matrimonio.

Me refiero a Puma, no solo como mi padrino, sino como el amigo extraordinario que sin llevar el apellido Castro, ha estado estrechamente vinculado a la familia desde hace más de 75 años, que lo convierte en uno de sus hijos predilectos, que sufre y llora las penas de la familia Castro, como si fuesen suyas, pero también goza de sus alegrías, porque no hay duda: ¡Puma es Castro!, él se siente así, y nosotros lo queremos y también lo sentimos igual; fue un verdadero hermano de tío Pepe y mi papá, quizá uno de los hijos consentidos de Mamafina, junto a Hermes Cuel, que será historia de otro capítulo.

Puma se hizo médico, especializado en Ginecología, Obstetricia y Pediatría en Buenos Aires y llegó a Valledupar en 1961, como enviado de Dios porque por estar de travieso en el vientre de mi mamá, me enredé con el cordón del ombligo y estaba poniendo en riesgo el parto. Era el 7 de noviembre de 1961, 2 pm, y no podía nacer porque el cordón umbilical le daba dos vueltas al cuello y una al brazo, de tal forma que estaba preso y era imposible nacer naturalmente. Pasaron momentos de angustia y entre Puma y mi papá resolvieron hacer la cesárea para salvarme.

Fue el primer ginecólogo de Valledupar y ha tenido el privilegio de atender más de veinte mil partos. Su consultorio lo tenía al lado del teatro Cesar. Después, se trasladó al consultorio de mi papá en la Plaza Alfonso López, cuando decidió abandonar la profesión por causa del secuestro.

Ha sido muy estimado por la comunidad vallenata por su don de gente; se destaca su inteligencia, sencillez, nobleza, su condición amable, su vocación de servicio, alegría y honestidad a toda prueba, principalmente cuando ejerció el cargo de Secretario de Salud Departamental, demostrando rectitud y transparencia en el manejo de los recursos públicos, logrando ser considerado el mejor de Colombia por haber construido cuatro puestos de salud con el dinero oficial que el Ministerio de Salud le había destinado solamente para dos.

Fue Director del Hospital Rosario Pumarejo de López, Presidente de la Junta Directiva de la Cruz Roja, socio fundador de la Clínica Valledupar y fundador de la Liga de Lucha contra el Cáncer. Le gustaba mucho la actividad ganadera que ha desarrollado en su finca Buenos Aires y en otras de su propiedad.

Es un ser excepcional. A lo mejor me quede corto por la emoción que produce escribir sobre él, pero me alienta infinita gratitud el gesto que tuvo conmigo aquella noche de julio del año 2006 que fui a su casa, donde él, de su puño y letra, redactó y me entregó una carta dirigida a las guerrillas del E.L.N. diciendo que respondía económicamente por la liberación de mi hermano José Rodolfo, en caso que yo incumpliera el pago del rescate. Jamás podré olvidar ese gesto humanitario impregnado de tanta nobleza en ese momento de dolor e impotencia que me agobiaba, porque sabía que le nacía del corazón por lo que mi papá y sus hijos le significábamos.

Recuerdo que Puma era liberal, miembro activo de Mayorías Liberales que lideraba tío Pepe. Por ese movimiento fue Concejal de Valledupar. No fue más en el mundo de la política porque no quiso, toda vez que tenía las condiciones y el carisma necesario para aspirar lo que quisiera. Simplemente, Puma es de esos hombres que le gusta servir sin hacer protagonismo.

No hay fiesta que Puma no haya sido invitado, justamente por ser el amigo del pueblo que todos aprecian. Además, de joven era un gran bailador. Bailaba más que un trompo hecho por el cachaco Gómez.

Hoy tiene más de 90 años, y su memoria bien lúcida como la de ayer. Cuando lo visitamos a su casa, se emociona y conversamos del pasado, de sus fincas, de sus amigos, hijos, nietos y sobrinos, pero nunca deja de hablar de Mamafina, de Memo y Pepe, la familia de su alma y será un Castro no solo hasta que Dios lo invite a su santo reino, porque allá seguirá la amistad que los unió para siempre.

El, 20 de noviembre de 2017, Dios invitó a Puma a su Santo Reino, y como dije, allá seguirá la amistad que los unió para siempre.

Descansa en paz, padrino, fuiste otro grande, un ejemplo a seguir y como tal vivirás para siempre en nuestros corazones.

Por:  Federico Castro Arias

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