No es la primera vez que un apretón de manos entre el presidente Juan Manuel Santos y ‘Timoleón Jiménez’, jefe de las FARC, será primera plana de los diarios nacionales. Este jueves 24 de noviembre, volverán a darse la mano, esta vez para firmar el nuevo acuerdo de paz, el mismo que tuvo que ser corregido tras la victoria del No en el plebiscito. Este nuevo saludo tendrá como escenario el Teatro Colón, en el Centro de Bogotá, en frente del Palacio de San Carlos, sede de la Cancillería, y a menos de 500 metros del capitolio, el Palacio de Justicia, la Catedral Primada, y como no, la Casa de Nariño.
Será la cuarta vez que Santos y ‘Timochenko’ hagan ese gesto, y todo indica que el cuarto apretón de manos será el definitivo (bueno, aún falta la dejación de armas, la implementación de los acuerdos en el Congreso, que también lo ameritarían).
Lo hicieron el 23 de septiembre del 2015, en La Habana, cuando los negociadores del gobierno y las FARC sellaron el acuerdo sobre justicia transicional. Aquella vez parecía apresurado, pero fue el presidente de Cuba, Raúl Castro, el que agarró los brazos de Santos y Timochenko y provocó aquel apretón. Ese día, muchos ciudadanos incautos, pensaron que se había firmado la paz.
El 23 de junio volvieron a hacerlo, también en La Habana. Habían sellado el punto del cese al fuego. Fue el día en que las FARC adoptaron la decisión de dejar la lucha armada. “Que este sea el último día de la guerra”, dijo Timoleón Jiménez, y así se creyó.
Al atardecer del 26 de septiembre, en Cartagena de Indias, en la plaza de Banderas del Centro de Convenciones, volvieron hacerlo, antes más de 2500 invitados que se rompieron las palmas cuando Santos y Timochenko se dieron la mano derecha y firmaron el acuerdo final para la terminación del conflicto.
Pero llegó el 2 de octubre, y el veredicto del plebiscito pareció borrar de un plumazo esos tres momentos en los que el país estuvo palpitando el fin de la guerra y el comienzo de la paz. El gobierno y las FARC tuvieron que modificar el acuerdo, con base en más de 400 propuestas de los voceros del No, y alcanzar un nuevo acuerdo. Ese es el que Santos y Timoleón Jiménez firmarán en pleno centro de Bogotá.
Aunque el acto del Teatro Colón ha despertado cierta expectación (más de 500 periodistas nacionales y corresponsales internacionales han solicitado acreditación), tendrá muchas diferencias frente al fastuoso evento de Cartagena de Indias, hace un mes. Las plateas y balcones del teatro apenas tienen un aforo para 700 personas, y la lista de invitados es más limitada.
Allí tendrán lugar los representantes de varias delegaciones diplomáticas en el país, pues no se tiene prevista la presencia ni de mandatarios ni cancilleres, como sucedió en Cartagena.
También fueron invitados expresidentes de la República, senadores y representantes, alcaldes y gobernadores, magistrados de las altas cortes, y al igual que en Cartagena, una representación de las víctimas del conflicto.
El acto está programado para las 11:00 a.m. A esa hora se entonará el himno nacional, la cantante cartagenera Cecilia Silva Caraballo, del grupo Tambores del Cabildo, será la encargada de hacerlo a capela, y será acompañada por niños y niñas de la escuela de formación en música y danza tradicionales del Caribe. El 26 de septiembre en Cartagena, las alabadoras de Bojayá fueron las encargadas de entonar el himno.
Luego se firmará el acuerdo de paz, el cuarto apretón de manos, y vendrán los discursos del jefe de las FARC y el del presidente de la República. Seguramente, en la capital, los invitados irán de ‘cachaco’, de saco y corbata; la guayabera blanca fue en Cartagena.
Un guerrillero en el centro de Bogotá
Este miércoles, un día antes de la firma, en el Teatro Colón se preparaba el montaje y la logística. Al medio día, tres Toyota Land Cruiser, con vidrios polarizados, escoltados por dos furgonetas Citroen Jumper, de los Comandos Especiales de la Policía, llegaron por la Calle 10 y se parquearon frente al teatro. De una camioneta descendió ‘Marcos Calarcá’, del secretariado de las FARC, quien antes de entrar al escenario aprovechó para fumarse un cigarrillo, en pleno centro de la ciudad.
No deja de ser simbólico. Alguna vez las FARC pensaron entrar triunfales por la Carrera Séptima y tomarse el poder, ahora llegarán a la capital fuertemente custodiados por el mismo Estado al que desafiaron hace medio siglo. Es probable que ‘Calarcá’ lo haya pensado al momento de encender su cigarrillo.
La cúpula de la guerrilla aterrizó en la capital el pasado lunes. Su presencia en la ciudad se ha desarrollado en absoluto hermetismo. Se sabe que están alojados a instancias de la Iglesia Católica, y en dos grupos. Unos, como Carlos Antonio Lozada, Pastor Alape y Marcos Calarcá, entre otros, están en el occidente de Bogotá. El otro grupo, Timochenko, Pablo Catatumbo, Iván Márquez, Joaquín Gómez, Alexandra Nariño, en el norte de la ciudad.
De la actividad de los miembros del secretariado poco se ha conocido, salvo la reunión que tuvieron en la mañana del martes, en un lugar de la ciudad, con Humberto de la Calle y Sergio Jaramillo.
Más activa ha sido la agenda de Marcos Calarcá quien ha estado despachando sus asuntos en la antigua sede de Caprecom, detrás del diario El Tiempo, por la Avenida Eldorado. Allí queda la sede de la misión de monitoreo de las Naciones Unidas. El pasado jueves dio una conferencia de prensa en ese lugar, y el miércoles se reunió con el concejal Antonio Sanguino y el senador Jorge Iván Ospina, y un grupo de dirigentes del Polo Democrático, sindicatos y organizaciones sociales.
Los invitados a esa reunión fueron citados en frente de El Tiempo, los subieron a camionetas polarizadas, y los condujeron unas cuadras hasta el antiguo edificio de Caprecom.
En la reunión también estuvo Olga Marín, quien fuera la compañera sentimental de ‘Manuel Marulanda Vélez’, y se habló de buscar fórmulas para comprometer a toda la sociedad colombiana en un blindaje a quienes se desmovilicen, para evitar que se repita la historia de la Unión Patriótica, que sigue preocupando a los jefes guerrilleros. A las FARC le recomendaron que buscaran espacios de reconciliación con toda la sociedad colombiana.
Cuando Calarcá prendió su cigarrillo fue sorprendido por los medios de comunicación que se percataron de la presencia del jefe guerrillero. “Estamos reunidos con delegados del gobierno para organizar este evento. Desafortunadamente los espacios son limitados, hay mucha más gente que merecen estar, que debe estar, pero solo son 700 lugares. Estamos haciendo los preparativos para que el acto de mañana salga de la mejor manera posible”.
A 500 metros de la Casa de Nariño, del Congreso, de la Catedral, del Palacio de Justicia, el gobierno y las FARC firmarán el acuerdo de paz. Por cuarta vez Santos y Timoléon Jiménez se darán la mano. La cuarta será la vencida, piensan ellos.
Fuente: http://www.semana.com/