Por: Álvaro Luis Castilla
Para nadie es un secreto que el tema ambiental en la última década ha subido su nivel de importancia y desde entonces viene generando un alto grado tanto de preocupación y conciencia, como de propuestas de solución y/o mitigación a nivel global, nacional y local, para nuestro caso, bajo la premisa de que nuestra inacción no se tome como licencia a la madre naturaleza para que nos siga pasando sistemáticamente cuentas de cobro.
Dentro de ese contexto, encontramos que la transición energética, que no es otra cosa que el cambio de modelo de producción, distribución y consumo de energía para evitar las emisiones de gases de efecto invernadero, es una necesidad que a gritos imploraremos los humanos a corto y mediano plazo ante nuestros líderes, a efectos de por lo menos paliar las nefastas consecuencias del cambio climático, por lo que todo discurso orientado a ello, debe captar en serio la atención de cada habitante de este planeta.
De introito debo admitir que recibo en lo personal como una agradable sorpresa la propuesta lanzada por un precandidato a la alcaldía de Valledupar en ese mismo sentido, a quien valga decirlo, parece originarle la misma preocupación, bajo el entendido que esta no se formula en el escenario de una campaña propiamente dicha, sino dentro de unas actividades legales preliminares (Recolección de firmas).
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La propuesta por si sola es evidentemente interesante, es decir, de que los ciudadanos seamos los dueños de nuestra propia empresa de energía instalada en el techo de nuestras viviendas, aprovechando el potencial de la radiación solar que en este sector de la costa norte es altamente fructífera para esos efectos. Ahora bien, si cuenta con la garantía de financiación o subsidio, así sea de una parte del proyecto, constituiría eventualmente un punto de partida positivo en pos de ese propósito, quedando a cargo del usuario solo el mantenimiento de la estructura, cosa que por lo menos así planteada resulta atractiva.
Empero, se debe tener mucho cuidado con la exposición de la iniciativa para que no termine convertida en una utopía, en la que en últimas terminamos sumidos los vallenatos incautos con antecedentes muy recientes, cuando hemos sido engañados con promesas políticas novedosas y supuestamente beneficiosas en el papel, pero en alto o sumo grado populistas e irrealizables, principalmente por carencias presupuestales que impiden su sostenibilidad.
En efecto, se me viene a la mente propuestas de campaña que se convirtieron, después del triunfo electoral, en una quimera como por ejemplo, (l) la construcción de un número significativo de viviendas populares gratis, que al final quedaron en el aire, (ll) la promesa de acabar con la nefasta empresa de energía eléctrica (Electricaribe) pero nada, al final esta terminó vivita y coleando, (lll) en otra ocasión se nos propuso replicar la idea de un ex – alcalde de Bogotá para enseñarnos cultura ciudadana y por el contrario terminamos más intolerantes de lo normal, (lV) y, más reciente, un candidato diagnosticó haber recibido de su antecesor la ciudad patas arriba, prometiendo ponerla en orden, pero que va, parodiando la canción el negativo de Leandro Díaz, «también falló».
Volviendo al análisis de la importante propuesta como todo lo que tiene que ver con la mitigación del medio ambiente, lo primero que se debería hacer es “blindar” la iniciativa para que no se distorsione o desnaturalice su sentido; en otras palabras, volverla no solo creíble sino posible técnica y financieramente, y en esa medida atractiva para los intereses del elector primario; en segundo término, aterrizarla para que el ciudadano no la perciba irrealizable y a la vez morigerarla para hacerla igualmente atrayente.
Por último, creemos que es hora de dejar de jugar con la sensibilidad de los vallenatos frente a la pluralidad de problemas sociales que padecemos, y bajo esa perspectiva exigirle a los candidatos seriedad, responsabilidad y, en últimas, respeto al formular sus propuestas al pueblo, y en ese orden demandar la viabilidad de esos proyectos bajo una ejecución bien planificada y escalonada, como por ejemplo, para el tránsito a las energías limpias, (l) comenzar por los pequeños comerciantes que tengan establecimientos abiertos al público con alto consumo de energía, (ll) continuar con los estratos socio económicos más bajos con mayor afectación social, (lll) por último, que la medida cobije a la clase media una vez satisfecha las necesidades de los sectores más deprimidos, lo que va a convertir inequívocamente la iniciativa casi que en una política pública local con afectación obviamente en torno a lo presupuestal de vigencias futuras, contando para ello con un Concejo Municipal igualmente propositivo que privilegie los intereses de su comunidad.