Del carbón al turismo

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El contexto económico

En las últimas tres décadas la estructura productiva del Cesar cambió. Según el DANE, el sector minero pasó de aportar el 18% del PIB en el 2000 al 42% en 2017, mientras que el sector agropecuario se redujo en 54 puntos porcentuales, pasando del 62% del PIB en 1991 al 8% en 2017.

Además, las condiciones de la mayoría de las unidades de producción agropecuaria son precarias y hay una alta concentración de la tierra: de acuerdo con la información de la UPRA (2015), el 10% de los propietarios con más hectáreas tienen el 58% del área productiva, situación que entorpece la generación de riqueza. Para rematar, Valledupar es la quinta ciudad con mayor desempleo del país.

Esta fuerte dependencia de la minería hace que la economía del Cesar sea frágil ante los choques que causa la variación del precio del carbón, la tasa de cambio y la demanda internacional. Por eso resulta necesario diversificar la economía del departamento. Hay que fortalecer y promover otras fuentes de desarrollo para no ahogarse en el socavón de la pobreza. En ese sentido, el turismo es una gran opción para mejorar las condiciones económicas de los cesarenses.

El potencial turístico

El Cesar tiene una enorme riqueza cultural. El 5% de su población hace parte de las cuatro comunidades indígenas asentadas en el territorio: los Arhuacos, los Koguis, los Kankuamos y los Yukpa.

Asimismo, el 12% pertenece a la población afrocolombiana y, aunque el departamento hace parte de la Región Caribe, en municipios como Aguachica, Pailitas, San Alberto, San Martín, Río de Oro, González y Pelaya hay una mezcla entre santandereanos y costeños. Todo esto ha conllevado a la coexistencia de una pluralidad de costumbres y cosmovisiones, pero también a la exclusión social y política: la clase dirigente de Valledupar ha tenido cierta indiferencia con el sur del departamento y los grupos étnicos.

Aunque el vallenato es la música más representativa, se desarrollan otras expresiones musicales: la tambora, la cumbia, el bullerengue, el porro, el rock, la champeta urbana. Más allá del Festival de la Leyenda Vallenata, hay otras festividades importantes: la Semana Santa de Valencia de Jesús; el Festival de Poesía de San Diego; las fiestas patronales de San Roque, en Aguachica; los carnavales de Río de Oro; la fiesta de La Paletilla, en Becerril; el Festival de música vallenata en guitarra, de Codazzi, entre otras.

Igualmente, existe una gastronomía diversa, multicultural: sancochos de distintos tipos de carnes, las arepas de queso, la yuca asada, el queso costeño, las almojábanas de La Paz, el pan ocañero, las cebollitas encurtidas, el peto, el bollo limpio, la cachapa.

El Cesar también tiene unas condiciones ecológicas deslumbrantes. Además de la Sierra Nevada y la Serranía del Perijá, cuenta con el río Guatapurí, el río Badillo y la Ciénaga de la Zapatosa. Hay unos balnearios encantadores: Hurtado, La Mina y El Chorro. Manaure y Pueblo Bello ofrecen un clima agradable para ir de paseo todo un fin de semana. Patillal es un epicentro cultural. Los Besotes, una reserva natural donde habitan 285 especies de aves y La Paz es la tierra de la mujer trabajadora.

Sí, todo esto hace que el Cesar tenga un gran potencial turístico. Sin embargo, existe una realidad inocultable: para que el turismo se convierta en un motor de desarrollo económico, hay que generar unas circunstancias sociales, físicas y empresariales que actualmente no tenemos. 

Es tiempo de diversificar la economía

No, no se trata de oponerse de manera sesgada, radical e inútil a la actividad minera, sino de comprender que el carbón es un recurso no renovable y, en efecto, la economía del Cesar necesita – repito – diversificarse. Así que resulta pertinente fortalecer y buscar otras fuentes de trabajo que permitan generar bienestar individual y social.

Por supuesto, hay que tecnificar la agricultura y la ganadería, pero también debe robustecerse el sector de los servicios de transporte, financieros, información y comunicación. De igual forma hay que traer al Cesar las industrias textiles, farmacéuticas, robóticas, mecánicas y siderúrgicas. Y, especialmente, se debe hacer una fuerte apuesta en el turismo, pues el departamento tiene la cultura, la historia, la gastronomía y los paisajes para seducir al mundo.

La propuesta

Para convertir al Cesar en un verdadero destino turístico, se necesita trabajar arduamente en estos aspectos generales:  

  • Promover una infraestructura turística que se inspire en la cultura y la historia del Cesar: teatros, museos, monumentos, bibliotecas, parques, ecoparques, centros recreacionales, hoteles, bares, discotecas, cafés y restaurantes.
  • Mejorar la prestación de los servicios públicos domiciliarios en todo el departamento: energía eléctrica, acueducto, alcantarillado, aseo, agua potable y el acceso a internet.
  • Promover los emprendimientos y los talentos propios brindando herramientas para el desarrollo empresarial.
  • Crear espacios de formación cultural y artística que permitan que los cesarenses puedan expresar de mejor manera sus creaciones.
  • Garantizar la seguridad ciudadana en cada uno de los rincones del Cesar para que el miedo no ahuyente a los visitantes.
  • Prestar un servicio de salud de calidad que genere confianza entre los turistas.
  • Entrelazar más a Valledupar con las subregiones y las comunidades étnicas.
  • Estructurar un portafolio de servicios donde se plasmen todas las festividades que se realizan en el departamento, nuestros atributos geográficos y nuestras expresiones culturales. Una vez tengamos esta agenda, hay que salir a mostrársela a todo el mundo.
  • El sector público, la empresa privada y la academia deben trabajar de la mano.
  • Urge un plan concreto, realizable y concertado

Aprovechemos que el Cesar no tiene que inventar un relato atractivo, pues ya lo tiene. Así que vamos a generar las condiciones para que el mundo conozca en vivo nuestros paisajes y nuestra cultura. Este es un buen motivo para que rememos hacia un mismo lado.

 

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